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La miopía en menores se dispara tras el confinamiento

Martes, 7 septiembre, 2021

“El 2020 como el año de la miopía en cuarentena”. Así alertaba un artículo publicado en la revista médica JAMA Ophthalmology sobre el importante descenso en la agudeza visual de niños chinos de Educación Primaria, tras el cierre de las escuelas y el confinamiento derivado de la COVID-19.

Un impacto negativo en la salud visual de los menores que se extendió a nivel global y que también ha tenido efectos en España. La miopía en niños de entre 5 y 7 años ha aumentado en más de 3 puntos entre 2016 y 2020, según el estudio ‘Radiografía de la Miopía Infantil en España’, realizado por la Fundación Alain Afflelou.

Considerando que a estas edades el 80% del aprendizaje se obtiene a través de la visión y que entre el 15 y el 30% del fracaso escolar se debe a problemas visuales, nos encontramos ante un problema de salud pública que incide, especialmente, en los más pequeños de la casa.

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La Organización Mundial de la Salud estima que la mitad de la población mundial podría ser miope en 2050. Parte de esta deficiencia visual está marcada por la genética y el entorno, pero la falta de exposición de los niños a la luz exterior y el abuso de pantallas durante la pandemia ha hecho aumentar esta incidencia. Hablamos de ello con Víctor García, optometrista, divulgador sobre salud ocular y profesor del Máster Universitario en Salud Visual y Optometría Avanzada de CUNIMAD.

¿Hay datos de cómo incidió el confinamiento en la salud visual de los menores?

Se ha establecido una relación directa entre determinados factores ambientales y conductuales y la aparición y progreso de la miopía; fundamentalmente la ausencia de actividades en exteriores, la reducción de la distancia de trabajo y la realización de actividades en visión próxima de manera continuada.

Este ha sido, precisamente, el escenario en el que nos vimos inmersos durante los meses del confinamiento “duro” y, con menores restricciones, durante buena parte del año pasado y parte de éste.

La preocupación de la mayoría de los clínicos radicaba en la posibilidad de la aparición de un número alto de nuevos casos de miopía y la progresión-acelerada- de la misma en casos preexistentes”.

La mayoría de los estudios epidemiológicos post-confinamiento (por ejemplo Wang et al de enero de 2021) nos dicen que “el confinamiento debido […] al coronavirus estaría asociado con un cambio hacia más miopía significativo en los niños”, sobre todo, en los de edades más tempranas, por debajo de los 10 años. Por otro lado, se ha constatado un incremento sustancial del número de casos de Síndrome de Fatiga Visual Digital (por ejemplo Yang-Feng Guo et al abril 201), sin duda, debido al abuso continuado de dispositivos digitales y al seguimiento de las clases mediante redes telemáticas.

Estos datos de los estudios clínicos deben ser tomados con precaución. No todos los países sufrieron el mismo tipo de confinamiento, con lo cual, algunas conclusiones no pueden ser plenamente extrapolables, amén de otras diferencias basadas en diferencias demográficas (etnia, por ejemplo) o en los sistemas educativos imperantes y sus diferencias a la hora de seguir las clases telemáticamente.

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Así, en nuestros gabinetes, hemos podido comprobar un número mucho más elevado de lo normal de consultas relacionadas con la fatiga visual digital. Sin embargo, el número de nuevos miopes o de casos con progresión súbita no ha sido especialmente alto.

¿Aumentó el pico de visitas a las consultas de optometría y oftalmología tras los meses encerrados en casa?

Sí, sin duda. Por un lado, como es lógico, todas aquellas revisiones que no pudieron ser atendidas durante el confinamiento tuvieron que ser recuperadas, pero mucho más significativo es que el número de nuevas consultas aumentó, en su mayor parte, relacionadas con la fatiga visual.

El aumento exponencial de horas de uso de “lo digital” tanto para ocio como trabajo está, sin duda, detrás de este fenómeno”.

También pacientes que tenían problemas visuales que, en su entorno laboral o escolar pre-covid, pasaban desapercibidos o no era necesario corregir. Pensemos, por ejemplo, en ametropías de baja cuantía o disfunciones acomodativas o vergenciales leves, se han visto obligados a acudir a las consultas. La actividad visual particular crea, en muchas ocasiones, la necesidad de corrección.

¿Terminaron los problemas visuales con el fin del confinamiento?

No. Un estudio de la asociación Visión y Vida  ha constatado que solo uno de cada tres personas ha logrado reducir su tiempo de uso de pantallas a los niveles de antes del COVID. Además, y cito textualmente, “del 45,6% que manifestó sentir problemas visuales durante el confinamiento, para un 42,1% estos persisten a día de hoy”.

Este es un dato que me parece especialmente relevante que me lleva a dos reflexiones. Primero, que seguimos en un escenario de abuso de ocio y trabajo digital que incide negativamente en nuestra salud visual y segundo; puede que no sepamos transmitir como debemos de actuar “visualmente” para prevenir estos problemas y, también, que la respuesta clínica que se da a estos problemas visuales inducidos por el abuso de tabletas, teléfonos, etc. no sea la correcta.

Igual debemos buscar nuevas soluciones para un nuevo escenario “digital” dado que la tendencia es, precisamente, a que aumente todavía más el número de horas que se emplean con dispositivos digitales.

¿Qué factores inciden negativamente en la salud visual de los menores?

Un número excesivo de horas de actividades en visión próxima a distancias reducidas y la falta de actividades al aire libre.

El abuso del ocio digital produce un efecto de sustitución”.

Las horas que tendrían que dedicarse a realizar actividades al aire libre con luz solar se sustituyen por actividades digitales sedentarias. Sabemos que eso es malo para la salud, y no solo la visual. Por ejemplo, hay un vínculo claro entre sedentarismo y dietas deficitarias y malnutrición.

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Pero, volviendo a la salud visual, el abandono de actividades al aire libre y malos hábitos en el empleo de medios digitales y en la realización de tareas de cerca (distancias reducidas, ausencia de pausas) altera un proceso clave para la salud visual: la emetropización, por el que se conforma un ojo libre de errores refractivos (hipermetropía, astigmatismo y miopía).

¿Existe un máximo de horas de exposición a pantallas a evitar entre niños y adolescentes?

Depende, como apuntas, de la edad. Hay varias guías de usos y buenas costumbres de dispositivos con pantallas. Una de las más famosas es la de la Asociación Americana de Pediatría que muy resumida sería:

  • Para niños menores de 18 meses: Evitar por completo el uso.
  • De 18 a 24 meses de edad: no más de una hora al día y siempre acompañados, mejor si no hay uso.
  • Para niños de 2 a 5 años: 1 hora por día y acompañados.
  • Para niños de 6 años en adelante: no se establecen unos límites claros, pero entre una hora y dos sería lo razonable, siempre que no reemplacen horas de sueño, actividad física y otros comportamientos esenciales para la salud.

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Personalmente, me parecen unas recomendaciones excesivamente laxas. Desde mi punto de vista, el número de horas y de días de uso tendrían que ser menores, y nunca en fin de semana, que es cuando los niños tienen la oportunidad de poder hacer más actividades en exteriores.

Si queremos que los chavales no hagan abuso de actividades digitales tenemos que proporcionarles alternativas, actividades de ocio que les resulten atractivas”.

Los progenitores tienen mucha responsabilidad en ello.

Para concluir, ¿qué recomiendas para prevenir daños visuales en niños y adolescentes?

Podemos entresacar algunas a partir de lo que hemos expuesto anteriormente. Vigilar los aspectos conductuales relacionados con las actividades en visión próxima: distancia de trabajo adecuada y pausas frecuentes siguiendo la regla 20-20-6 (cada veinte minutos de trabajo 20 segundos de pausa mirando a 6 metros). Es fundamental realizar actividades al aire libre (14 horas por semana); mantener una dieta equilibrada y, por último, realizar revisiones periódicas de la salud visual.

Titulación relacionada:

 Máster Universitario en Salud Visual y Optometría Avanzada* (en proceso de extinción)